Los camaleones están de luto.
Todos elevemos una risa al cielo
y saltemos sobre las brasas del estupor.
Desnudémonos
arranquémonos la piel.
Celebremos el acontecimiento
prendiendo fuego en los templos.
Bebamos barriles de vino
embriaguémonos
y encendamos en la noche
un epitafio universal:
"Murió el hijo de la soberbia del hombre
por siempre descanse en paz"
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