Tuvieron que ser ellos
Tuvo que ser
la taquicardia del sol que nos vence,
su intrépida furia de gato en brama.
Tuvo que ser
tu ciudad de bestias salvajes
con sus trofeos de niños domesticados
y esa grotesquería que en verdad mancha la mirada.
Tuvieron que ser
aquellos días desgarrados por los verdugos
con sus murmullos de compradores de sombras,
los vendedores de risas perpetuas
y sus lobos domesticados, sus amarillos ojos,
para devorar el milagro tirado en la calle,
embrutecidos por el aplauso de la multitud mezquina,
los abúlicos tuvieron que ser...
Tuvo que ser
la grandilocuencia del predicador tuerto
bajo las campanadas que doblan por la mentira
y su harem de perros de carnaval,
el más triste que podrías imaginar...
Tuvieron que ser ellos,
con sus bolsillos dorados
y los intestinos de gangrena plenos.
Tuvo que ser la tristeza,
pues mi país es una feroz manada de puercos
en tropel....
Tuvieron que ser
los sonetos que derriten flores de plomo,
aquellos que arden el viento
de la verdad...
O los versos escritos en mi esqueleto,
o la congelada belleza de los héroes griegos,
o el sonriente hombre en la horca
con su cuello rasgado por una flor.
En definitiva,
tuvo que ser la infinita verga del Che,
dejándose venir sobre todos ellos.
Sobre todos ellos.
la taquicardia del sol que nos vence,
su intrépida furia de gato en brama.
Tuvo que ser
tu ciudad de bestias salvajes
con sus trofeos de niños domesticados
y esa grotesquería que en verdad mancha la mirada.
Tuvieron que ser
aquellos días desgarrados por los verdugos
con sus murmullos de compradores de sombras,
los vendedores de risas perpetuas
y sus lobos domesticados, sus amarillos ojos,
para devorar el milagro tirado en la calle,
embrutecidos por el aplauso de la multitud mezquina,
los abúlicos tuvieron que ser...
Tuvo que ser
la grandilocuencia del predicador tuerto
bajo las campanadas que doblan por la mentira
y su harem de perros de carnaval,
el más triste que podrías imaginar...
Tuvieron que ser ellos,
con sus bolsillos dorados
y los intestinos de gangrena plenos.
Tuvo que ser la tristeza,
pues mi país es una feroz manada de puercos
en tropel....
Tuvieron que ser
los sonetos que derriten flores de plomo,
aquellos que arden el viento
de la verdad...
O los versos escritos en mi esqueleto,
o la congelada belleza de los héroes griegos,
o el sonriente hombre en la horca
con su cuello rasgado por una flor.
En definitiva,
tuvo que ser la infinita verga del Che,
dejándose venir sobre todos ellos.
Sobre todos ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario