Beth ha puesto en subasta
sus crisantemos de papel, sus peces carnívoros,
sus tarántulas fosforescentes, sus gatos tuertos
y cosas extrañas de su fauna personal.
Ahora insatisfecha
intenta atrapar cometas por la cola,
o enjaular el canto de pájaros antiguos
en madrugadas cualquiera.
Se ha conmovido ante un árbol desnudo
y ha intentado comprender el lenguaje
de los cardos, los ajos, las piedras y los murciélagos.
Su sueño es algún día
regalar sus orgasmos en
el paraíso.
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