un ardor que irriga los sentidos
Es el agua que nutre la sequía que aguardaba
el reencuentro del génesis con la infusión de la ventura
Tu aroma en el cauce de la vida reverbera luminoso
la floración de metales en oleajes fundidos
Y yo lo aspiro
poseso e irrefrenable
como la tierra que recibe bendición en aguaceros.
Te morderé, amor
y dejaré tatuados gemidos en tu historia
desmesurado goce palpable sólo en posesiones
que compartimos abismados y perpetuos
tú habitada por el tiempo de la entrega
yo abolido con sentido inenarrable
en un nosotros que no extingue
su presente de abismos derrotados
la dicha íntegra, saber inagotable.
Más que tu beso, amor
más que tu sexo
más que la inquieta cabalgata que acecha los sentidos
más que la fiebre o el abismo unísono
más que el inquieto desbordarse la delicia
más que el inquieto galope de la sangre:
el estallido estremeciéndose despacio
la abolición de nuestros tiempos y el espacio
el poseer, disolución
el rayo vivo
la quemadura palpitante en el hallazgo.
Voy a habitarte, ardor
con fauna entera
como el galope que combate contra el río
como los vuelos de gaviotas circundantes
Voy a entrarte, amor, como un guerrero
que atosigara las columnas a su paso
como la prisa serpenteante que se oculta
como la caza del rugido a la gacela
Voy a habitarte, amor, con fauna viva.
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